A Jorge Campos, popular futbolista mexicano, no le bastó con ser arquero. Cada tanto se cambiaba la camiseta durante el partido y se mandaba a jugar de delantero, puesto en el que debutó en primera y gracias al cual hizo varios goles. En el artículo anterior hablamos de Johan Cruyff.
Cada selección latinoamericana tuvo su figura destacada en la década del 90 y. En algunos casos, hasta se trató de los jugadores más memorables en la historia de su fútbol: Diablo Etcheverry en Bolivia, Chilavert en Paraguay, Marcelo Salas en Chile, Batistuta en Argentina, Del Solar en Perú, Alex Aguinaga en Ecuador, Carlos Valderrama en Colombia o el Torito Pepe en Uruguay son algunos ejemplos.
México, por su parte, tenía en el arco a un hombre que apenas superaba los 165 centímetros de altura, ágil, de grandes reflejos y potente de piernas, que atajaba bastante bien pero que llamaba la atención por sus excéntricos buzos de mil colores y que, cada dos por tres, su dorsal para desempeñarse era el 9.
El comienzo de la carrera de Jorge Campos
Esta elección no era casual: Jorge Campos se inició en el fútbol profesional como centrodelantero, puesto que no abandonó jamás, más allá de que el grueso de su carrera la haya hecho evitando goles y no convirtiéndolos. Sin embargo convirtió 35 goles en total, una cifra nada despreciable.
Nacido en Acapulco, se inició en el Atlante como número 9 y en los entrenamientos demostraba, además, sus dotes como cuidavallas. Fue así que, con el tiempo y, en principio, en situaciones extremas, comenzó a atajar en los partidos por los puntos.
A la larga fue más arquero que jugador. Incluso, llegó a jugar tres Mundiales con su selección (1994, 1998 y 2002). Siempre con el buzo de golero puesto y, en la tricolor, apenas jugó un partido en la cancha: fue en su despedida como internacional. Y, tal como evidencia la foto, se desempeñó con la 1, sin poder hacer goles en el empate ante Islandia.
Campos Jorge en la “Copa América”
Los uruguayos lo vimos de cerca en la Copa América 1995, en la que fue una de las figuras de un México que terminaría cuarto. Para ese entonces ya era bastante reconocido a nivel mundial: había tenido una gran Copa del Mundo un año atrás en Estados Unidos.
Por más que los guantes le trajeron más éxito y reconocimiento (fue elegido por la IFHSS como el cuarto mejor arquero del siglo XX en la CONCACAF). Nunca abandonó el puesto de atacante y en todos los equipos en los que jugó -Atlante, Pumas, Cruz Azul, Tigres y Puebla- se desempeñaba tanto en el arco como en la delantera. En muchísimas ocasiones arrancó un partido jugando como arquero y lo terminó haciendo como foward. Siempre con cambio de camiseta previo, logicamente.
Hizo golazos -como el que muestra el video a continuación – y tenía una gran técnica tanto para hacer goles como para evitarlos. Sin ser excelente en ninguna de las dos posiciones, son pocos los que lo vieron jugar y no lo recuerdan. Algo tenía el petiso.