Pedro Petrone vino al mundo para abrir surcos. Bendecido por la naturaleza con un pie fuerte que su trajinar por los arcos convirtió en certero, Perucho fue el primer jugador extranjero de Fiorentina, el primer capocanoniere oriental del de la Serie A, el primero en gritar gol en el Artemio Franchi, el futbolista más joven en recibir la medalla olímpica de oro y hasta el primer operado de meniscos del Uruguay. En el artículo anterior hablamos de Helenio Herrera.
Nacido en La Comercial, Petrone comenzó a jugar en la otra punta de la cancha como golero del Solferino. La potencia de su patada hizo que el cambio de posición fuera casi natural, por lo que pronto dejó de tapar goles para empezar a fabricarlos en serie.
Del Solferino pasó al Charley Football Club, en donde un puñado de partidos bastaron para que representara a Uruguay en el Campeonato Sudamericano de Selecciones de 1923. Con dieciocho años, Perucho anotó tres goles en tres partidos y fue goleador junto al argentino Vicente Aguirre. Ya comenzaba a acostumbrarse a alzar trofeos.
Esa costumbre incluiría dos Campeonatos de Primera División con Nacional, los dos oros olímpicos de la Celeste, otro Campeonato Sudamericano de Selecciones y, por supuesto, el Mundial de 1930.
Pedro Petrone – la rodilla rebelde
Perucho tuvo una breve carrera (se retiró a los treinta años) que a su vez estuvo interrumpida por dos graves lesiones en su rodilla izquierda.
En 1925, Nacional se encontraba en medio de su mítica gira de 190 días por Europa, cuando en el Estadio Les Corts se midió ante el Barcelona. Esa tarde, Perucho sintió un dolor mortífero en la rodilla. “Sin exagerar les diré, que el dolor era tal, que si hubiese tenido un arma a mano desesperadamente hubiera recurrido a ella” relató Perucho, en declaraciones recogidas por Franklin Morales.
“Durante nuestra gira actual ha sido lesionado seriamente Petrone […]. Con él perdimos el alma de nuestro equipo, aquel hombre que en los partidos que llevábamos realizados supo marcar 19 de los 22 tantos que habíamos obtenido a nuestro favor” decían Zibecchi y Scarone en 1925 en el Diario Mundo Deportivo de Barcelona.
Petrone sobrellevó una larga convalecencia de un año y medio a causa de esa severa lesión de meniscos. En su partido de regreso ante Olimpia de Paraguay, volvió a resentirse. Esta vez, quedó en manos del doctor Manuel Quintela (sí, el que da nombre del Hospital de Clínicas de Montevideo), quien le realizó a Perucho la primera operación de meniscos en la historia del Uruguay.
Y si te viene alguna duda
La rodilla de Perucho era una incógnita. Muchos dudaban de su recuperación y lo notaban rengo. Pero los goleros de Alemania y Argentina en los Juegos Olímpicos de Amsterdam pueden dar testimonio de que, rengo o no, Pedro Petrone seguía siendo letal. Dos años más tarde, jugó el primer partido de Uruguay en los mundiales y, junto a sus compañeros, estuvo entre los primeros campeones del mundo. En ese torneo, no obstante, las cartas goleadoras de Uruguay fueron José Pedro Cea y Juan Peregrino Anselmo.
En 1931 Pedro Petrone tuvo ciertas desavenencias con los dirigentes de Nacional, al punto que pasó a Peñarol en donde no llegó a jugar partidos oficiales, pero sí un par de amistosos. Sin embargo, la oferta de un equipo italiano fundado unos años antes, llamado Fiorentina, cambió el rumbo de su carrera.
La viola jugaba su primera temporada en la Serie A y de la mano de Perucho acabaría en la cuarta posición. Además de ser el primer extranjero en la historia del club, Perucho fue el Capocannoniere del torneo junto a Angelo Schiavio. El uruguayo había conseguido 25 goles y, entre ellos se contaba el primer gol jamás anotado en el Estadio Artemio Franchi.
Aún con contrato vigente con el club italiano que lo mimaba para retener sus goles, Perucho regresó Uruguay en 1933, para ser campeón con Nacional del Campeonato Uruguayo de 1933. Fue el último torneo que jugó, pero aún en sus últimas veces, logró otra “primera vez” para la historia, ya que aquel fue el primer título en la era profesional para el tricolor. Así se retiraba un Adán del fútbol, no sin antes abrirles a los pibes del mañana varias sendas por las que andar.