Se presentó un libro de cuentos con el fútbol como eje temático. Su título es “Fóbal” (Cuentos de futbol), sus autores son once y sus páginas ciento sesenta y ocho. Si querés conocer más al respecto, leé esta reseña de Magnesio. En el artículo anterior hablamos de Pedro Virgilio Rocha.
No es necesario ser un letrado en narrativa futbolística para reconocer ciertos recursos narrativos, ciertos lugares, incluso ciertas muletillas. Recursos como hilvanar un relato entre un veterano acodado en el recuerdo y un joven inexperto, lugares como un boliche en la hora en que no hay más renganche, muletillas como “el único amor que tuve fue la globa“. No es necesario porque el discurso futbolístico nos rodea por todos los flancos a diario.
Como en toda tradición, esos tópicos y recursos de estilo están para ser utilizados, tanto para rendirles un clásico tributo, como para saltar sobre de ellos y llegar a un sitio imprevisible, o para construir el telón de fondo de una historia que marcha por carriles diferentes. Felizmente, en su gran mayoría los cuentos de Fóbal (Cuentos de futbol)transitan esas sendas con buen paso y son pocos los momentos en que los textos se quedan en el remedo del lugar común.
Cuentos de futbol – cada partido es una final
La certeza de todo futbolero de que en los noventa minutos se cifra el destino de una carrera, de un torneo, de un país, corre por la punta de varios de los cuentos de la colección.
“Si era gol, se acababa la historia” se lee en “x, x… (y)”, el cuento de aire juvenil escrito por Martín Arocena. Allí se recupera el sabor de la adolescencia de principios de los 90 y, mientras se sitúa el relato entre modas y puntos de encuentro que marcan la época, se narra la historia de un grupo de liceales de segundo año que osan desafiar a “los grandes” y se entrometen en un Campeonato en el que van escalando, hasta llegar al gran partido final.
Montevideo ’87
Un partido de fútbol histórico es el que signa la conciencia de Kölner, el personaje alemán de “Montevideo ’87“, escrito por Nicolás Alberte. Kölner había disputado el partido en el que una selección nazi fue derrotada por un equipo de la ciudad de Kyev, en ese entonces ocupada por el ejército alemán. El hecho de que un puñado de ucranianos desafiara el poder nazi, precipitó los destinos de aquellos jugadores, por lo que la historia lo recuerda como “el partido de la muerte”.
En 1987, Kölner se encuentra en Montevideo en la etapa final de un raíd personal por los lugares en que se jugaron partidos inaugurales de mundiales. Cierta noche, se topa en un bar con Malvárez, alguien cuyo destino también estaba ligado a ese partido inaugural de 1930, pero por otros motivos.
Otro tipo de partido es el que enfrenta a un equipo “chico” con otro “grande”, momento que la mayor parte de los futbolistas vive con especial ansiedad. En “No es así, pibe“, Luis Fernando Iglesias cuenta con claridad la audacia con la que un joven de Bella Unión llegado a Fénix de Montevideo quiso debutar ante Nacional, en “el estadio”.
El joven Luis González se florea, la pisa, y hace varias de más, intentando ganar notoriedad “fácil” al dejar mal parado a su defensor, nada menos que un veterano “Peta” Ubiña. El “Peta”, sin embargo, le responde con una lacónica lección que González recordará de por vida.
Me llama el destino
No se trata del único cuento con un referente real. Además del “Peta” Ubiña, “Cusa” también está presente en Fóbal. El cuento de Jorge Chagas recrea los últimos momentos en la voz “aporteñada” del puntero Orestes Omar Corbatta, que se destacó Racing y Boca de mitad de siglo.
Mientras que el sentimiento de Cusa es el de un destino inexorablemente futbolístico, el de alguien que lejos de las canchas añora el vínculo con “la globa”, el protagonista del cuento “Fama“, de Daniel Mella, vive el éxito futbolístico con el que tantos sueñan de forma distanciada. “Jugador de fútbol era un disfraz, solamente”, cuenta.
En el cuento de Agustín Lucas, por su parte, el destino del narrador se va escribiendo en cada aventura. Al igual que en los textos que Agustín escribe en este portal, en “Un cuento, de aquellos” el foco de la narración está puesto en esos detalles marginales que el fútbol de alta definición nunca podrá captar; como si se esforzara por demostrar que el fútbol arrabalero no debe buscarse en capítulos polvorientos del pasado, sino en la realidad heroica del picadito a la vuelta de la esquina. En este caso, esa esquina está en Guatemala.
El personaje, jugador profesional de un club adeudado y en vías de desaparición, acepta la invitación de jugar un campeonato barrial. “Una tarde, cansado de pensar en la guita, decdididos a trillar hasta México buscando vida, peligrando mi carrera con un lagrimón casi pintado en el costado pero con sangre joven acelerada en las páginas de Kerouac, salí a correr una transpirada por la avenida“
El placer de una buena historia
“Me fui feliz, porque la plata había estado bien invertida. Ya no importaba perder el cine esa semana.” Así termina el cuento “Presencia en el área” de Pablo Silva Olazábal, en el que la traidicional charla de bar entre dos generaciones se aparta, hacia el final, del mandato realista de toda anécdota de fútbol.
En el caso de ”Eboué“, la temática futbolística tiene un trato diferente. Si bien diversas aristas del fútbol cruzan a uno de los personajes, lo hacen más para señalar rasgos de su personalidad y ciertas obsesiones, que para hacer avanzar la narración. El cuento de Manuel Soriano logra, en pocas páginas, captar la complejidad de una pareja, sus claroscuros y lagunas. Vale decir que es un partido de playa, variedad del juego solo presente en este texto, el que ayuda a desencadenar el final de una historia contada con gran sutileza.
El cuento de Leonardo Cabrera, en tanto, es narrado desde el punto de vista de un niño; un punto de vista que se va construyendo a medida que el niño va reconociendo e interpretando la realidad circundante. La vida económica, sentimental y social de sus padres es digerida a través de sus ojos. A lo largo del cuento va comprendiendo que, puertas a fuera, su padre es otro, es es el “Capitán” de un equipo que nombra el cuento.
Por último, “Un trámite” es un cuento tan bien construido como eficaz de Carolina Bello. La narración se sitúa en un pueblo en donde el partido de regreso de un “ídolo” detiene toda actividad. Dos personajes leen esa situación y la utilizan como cortina de humo para ejecutar una curiosa faena delictiva, que consistía en robar un busto de Lavalleja de una plaza.
Cuentos de futbol – promesas cumplidas
En suma, Fóbal es un muy buen libro, a la altura de las expectativas que genera un título tan drástico como una patada en el pecho. Como señala Gonzalo Delgado en el prólogo a la edición, Fóbal hace una contribución de calidad para que podamos ir renovando ese repertorio de los clásicos de siempre que se nos vienen a la memoria, cada vez que cruzamos las coordenadas “fútbol” y “literatura”.
Ficha médica
Fóbal es la segunda entrega de los Cuadernos de Ficción de Estuario Editora. La idea y coordinación de esta colección está a cargo de Rodolfo Santullo. Cada cuento es precedido por una ilustración de un artista diferente.